miércoles, 28 de marzo de 2012

Ausencia en todo veo

Retrato de Miguel Hernández realizado por  A. Buero Vallejo

Ausencia en todo veo:
tus ojos la reflejan.
Ausencia en todo escucho: 
tu voz a tiempo suena.
Ausencia en todo aspiro: 
tu aliento huele a hierba.
Ausencia en todo toco: 
tu cuerpo se despuebla.
Ausencia en todo pruebo: 
tu boca me destierra.
Ausencia en todo siento: 
ausencia, ausencia, ausencia.


Miguel Hernández

(Cancionero y romancero de ausencias, 1938-1941)

miércoles, 21 de marzo de 2012

Qué alegría, vivir

 La primavera, Pierre Auguste Cot (1837-1883)

Qué alegría, vivir
sintiéndose vivido.
Rendirse
a la gran certidumbre, oscuramente,
de que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
me está viviendo.
Que cuando los espejos, los espías,
azogues, almas cortas, aseguran
que estoy aquí, yo, inmóvil,
con los ojos cerrados y los labios,
negándome al amor
de la luz, de la flor y de los nombres,
la verdad trasvisible es que camino
sin mis pasos, con otros,
allá lejos, y allí
estoy besando flores, luces, hablo.
Que hay otro ser por el que miro el mundo
porque me está queriendo con sus ojos.
Que hay otra voz con la que digo cosas
no sospechadas por mi gran silencio;
y es que también me quiere con su voz.
La vida —¡qué transporte yo!—, ignorancia
de lo que son mis actos, que ella hace,
en que ella vive, doble, suya y mía.
Y cuando ella me hable
de un cielo oscuro, de un paisaje blanco,
recordaré
estrellas que no vi, que ella miraba,
y nieve que nevaba allá en su cielo.
Con la extraña delicia de acordarse
de haber tocado lo que no toqué
sino con esas manos que no alcanzo
a coger con las mías, tan distantes.
Y todo enajenado podrá el cuerpo
descansar, quieto, muerto ya. Morirse
en la alta confianza
de que este vivir mío no era solo
mi vivir: era el nuestro. Y que me vive
otro ser por detrás de la no muerte.

Pedro Salinas
(La voz a ti debida, 1933)

lunes, 19 de marzo de 2012

No con vana lisonja y blando acento

          Manuel José Quintana, José Ribelles y Helip (1778-1835)

No con vana lisonja y blando acento
me quieras engañar, huésped del prado;
yo no soy lo que fui: rigor del hado
me condena por siempre al escarmiento.

Nunca lozana a su primer contento
la planta vuelve que truncó el arado,
por más que al cielo le merezca agrado
y que amoroso la acaricie el viento.

Anda, pasa adelante; en otras flores
más ricas de fragancia y más felices
pon tu dulce cuidado y tus amores:
 
que es ya en mí por demás cuanto predices,
pues el aire del sol con sus ardores
quemó hasta la esperanza en mis raíces.

Manuel José Quintana
(1772-1857)

miércoles, 14 de marzo de 2012

Soneto XV

                Orfeo y las Bestias, Sebastiaan Vrancx (1573-1647)

     Si quejas y lamentos pueden tanto
que enfrenaron el curso de los ríos
y en los diversos montes y sombríos
los árboles movieron con su canto;

     si convirtieron a escuchar su llanto
los fieros tigres y peñascos fríos;
si, en fin, con menos casos que los míos
bajaron a los reinos del espanto:

     ¿por qué no ablandará mi trabajosa
vida, en miseria y lágrimas pasada,
un corazón conmigo endurecido?

     Con más piedad debria ser escuchada
la voz del que se llora por perdido
que la del que perdió y llora otra cosa.

Garcilaso de la Vega
(h. 1501-1536)

lunes, 5 de marzo de 2012

Jano

                    Busto del dios Jano, Museo Vaticano

 Dices que solo soy Enrique Jekyll
y que no existe fórmula en el mundo
capaz de convertirme en Mr. Hyde.
Cuando pasen los días o los años,
cuando el tiempo nos lleve a otras hogueras,
hacia otra plenitud u otro desastre,
imagíname entonces, imagina
los rasgos de mi cara, reconstruye
lo que tu hielo convirtió en cenizas.
Y en la memoria esquiva de tu frío,
en el recuerdo de tu lejanía,
Eduardo Hyde seré, y por un instante
me amarás, aunque yo ya esté muy lejos;
y será hermoso, pues por un instante
yo seré tu tristeza, y no los otros.

Luis Alberto de Cuenca
(La caja de plata, 1985)
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